El Gobierno nacional instrumentó un recorte de $128 mil millones en las partidas destinadas a las áreas de salud, educación, vivienda y medio ambiente. Y en este recorte, cayeron los hospitales y centros de salud de todo el país.
La disminución del ya magro presupuesto de cualquier hospital es casi criminal, pero aplicar un recorte al Hospital Garraham, podría calificarse de genocidio, no solo porque es el centro de salud pediátrico de más alto desarrollo tecnológico y nivel científico técnico del talento humano, referente nacional, regional e internacional que brinda excelencia en calidad de atención, sino porque allí se atienden niños, se curan niños y se salva la vida de niños de 0 a 15 años.
Y por supuesto, el recorte afecta a los trabajadores del Hospital que se declararon en estado de alerta y no descartan seguir incrementando las medidas de fuerza, incluso hasta frenar la atención, por lo que proyectan un paro para el 20 de septiembre si sus reclamos no son atendidos.
Piden un aumento del 80% en una sola cuota y una mejora de sus condiciones laborales y de atención, que incluye el reclamo de la implementación de un régimen de insalubridad para todo el personal, con una jornada laboral de 6 horas y la necesidad de contratación de personal, dada la alta demanda que sobrecargan los servicios del hospital.
Recurso humano supercalificado
«Esto es lo que hacemos acá todos los días: quedarse después de hora cuando un paciente se descompensa en la cama de emergencia, estudiar los fines de semana para actualizarse y pensar cómo atender mejor a los pacientes, hacer los consensos que después se leen en todo el país, preparar las clases que luego van a formar nuevos médicos, gente que viene de afuera con la intención de atenderse acá porque somos un hospital ejemplo en un montón de aspectos y eso lo componemos nosotros. No es un resonador, no es la aparatologia: es el recurso humano y es lo estamos defendiendo acá porque es un recurso humano supercalificado que merece una recomposición salarial y que ningún sueldo de los que trabajan acá esté por debajo de la canasta basica familiar», afirmó una de las profesionales.
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marta portilla/para diario La Calle