sábado 25 de enero de 2025 - Edición Nº578

Lanús | 7 sep 2023

EN LANUS

Historia de una persona ciega que no se queda quieta

Silvio Adrian Catania es una persona ciega desde el año 1994 (su diagnóstico es atrofia bilateral del nervio óptico sin etiología). Fundador de FAPPCODI, apunto de concretar el sueño del primer kiosco atendido por personas con discapacidad. Además este año se convirtió en el jefe de ventas de la empresa BlockPlas, que fabrica los ladrillos de plástico reciclado.


Siempre va en busca de nuevos desafíos a pesar de su ceguera que no le impide avanzar  con sus ideas y desafíos.

Hace muy poco tiempo se propuso  poner en marcha un kiosco  para la fundación que fundó y preside desde el año 2000; FAPPCODI (FUNDACION ARGENTINA PARA LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD).

Dicho proyecto se llama INCLUKIOSCO  y tiene como objetivo  la capacitación de personas con discapacidad   para que luego puedan administrar un kiosco propio. Actualmente se está terminando la construcción,  dentro del Palacio Municipal de Lanús. 

A partir  de esta idea  y su búsqueda de sistemas constructivos sustentables e inclusivos,  Silvio conoció un sistema constructivo de ladrillos de basura plástica reciclada encastrables.

Cuando conoció este sistema dijo: “ me cumplieron el sueño del pibe, con este sistema constructivo,  yo en mi condición de persona ciega es con el único sistema que podría construir de manera autónoma“.  

Con este sistema construyó el primer INCLUKIOSCO  que se encuentra en el municipio de Lanús ciudad en la que vive.

Todo esto no termina allí, a partir del mes de mayo de este año se convirtió en el jefe de ventas y marketing de la empresa BlockPlas;  empresa que  fabrica  los ladrillos  de plástico reciclado encastrables.

Armó un equipo con dos personas más : una diseñadora gráfica, llamada Patricia Avila que se encarga de la web, las redes, las fotos, los videos y comunicación; más un maestro mayor de obras que se encarga de  los planos, renders  y cálculo de estructuras, llamado Ivan Benisch Pisano.

Todo esto demuestra  que los límites se los pone uno y que las barreras son para los que no saben volar.

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