Avellaneda | 30 dic 2024
Multitudinaria apertura del Jubileo 2025 en la diócesis de Avellaneda-Lanús
En una jornada marcada por la fe y la esperanza, cientos de fieles se congregaron este domingo para la apertura del Jubileo 2025 en la diócesis de Avellaneda-Lanús, en coincidencia con la fiesta litúrgica de la Sagrada Familia. La ceremonia, presidida por monseñor Marcelo Margni, se inició en la capilla del Colegio María Auxiliadora con una emotiva procesión por las calles del centro de la ciudad de Avellaneda, culminando en la catedral, que rebosaba de fieles.
La procesión estuvo encabeza por una Cruz de San Damián, que el obispo señaló como un signo fuerte de este tiempo de gracia, conversión y renovación, vinculado a las palabras que escuchó San Francisco de Asís: “Reconstruye mi Iglesia”.
Al llegar a las puertas de la catedral, el obispo mostró al pueblo la Cruz como signo de esperanza, y atravesó las puertas del templo, seguido por todo el pueblo de Dios. En un clima de profundo recogimiento, monseñor Margni pronunció una homilía que resonó en los corazones de los presentes, invitando a reflexionar sobre los desafíos actuales que enfrentan la familia, la Iglesia y la sociedad. “Vivimos tiempos marcados por el egoísmo, el individualismo, la fragmentación y las rivalidades, que siembran odio y división. Sin embargo, desde nuestra fe, somos llamados a ser signos de comunión y esperanza”, afirmó Margni. El prelado destacó la centralidad de la familia como lugar de aprendizaje y sanación, aludiendo a la Sagrada Familia de Nazaret como ejemplo de humildad y entrega. “La familia no es perfecta, como tampoco son perfectas nuestras comunidades; la familia es un taller de amor donde se forja la comunión en medio de las diferencias, donde las heridas se convierten en oportunidades de sanación y los conflictos en caminos hacia la reconciliación”, dijo.
El Jubileo 2025: un llamado a la acción Bajo el lema “Peregrinos de esperanza”, el Jubileo fue presentado como una oportunidad para renovar la misión cristiana en un mundo necesitado de reconciliación. Monseñor Margni hizo eco de las propuestas del Papa Francisco, compartiendo un programa de acción concreto para el Año Santo, llamando a los fieles a trabajar por la paz, defender la vida, promover la reinserción de los privados de libertad, cuidar a los enfermos y ancianos, estar cerca de los jóvenes, integrar a los migrantes, defender a los más pobres y vulnerables. “Este Jubileo nos llama a mirar el futuro con fe y compromiso, siendo constructores de reconciliación y esperanza. Como Iglesia, debemos caminar juntos, sembrando justicia y amor en un mundo que tanto lo necesita”, exhortó.
El obispo agradeció tantas iniciativas que ya actualmente se despliegan en la diócesis haciendo presentes estos signos de esperanza, pero invitó también a que el Jubileo sea la oportunidad de multiplicar estos gestos con creatividad y audacia. Finalmente también invitó a vivir el Año Santo como una experiencia fuerte de misericordia, y con este fin, animó a favorecer en todos los modos posibles el encuentro con Dios.
Por esa razón, pidió un esfuerzo especial de las comunidades para poder organizarse y tener los templos abiertos el mayor tiempo posible: “Sé que no es fácil, sé que nuestros barrios sufren la inseguridad, pero podemos buscar juntos caminos para hacerlo, de modo que las puertas abiertas de nuestros templos sean un signo de una Iglesia que est{ favoreciendo el encuentro con Dios”, afirmó. Un testimonio personal de fortaleza y gratitud Antes de concluir, monseñor Margni agradeció a la comunidad por las oraciones elevadas durante su reciente problema de salud. “Desde el 10 de diciembre padecí una hernia lumbar que me paralizó por varios días, pero la gracia de Dios y su compañía me permitieron estar aquí hoy, iniciando juntos este Año Santo”, expresó con emoción. Un mensaje de unidad y compromiso La celebración, acompañada por cantos y oraciones, concluyó con un fuerte llamado a los fieles a renovar su compromiso con sus familias y la comunidad diocesana, destacando que, tanto en el {mbito familiar como en el eclesial, “Dios no nos llama a idealizar, sino a construir espacios donde aprendamos a amar y transformar las dificultades en signos de esperanza”. La apertura del Jubileo 2025 dejó una huella profunda en los presentes, marcando el inicio de un tiempo de gracia y renovación para toda la diócesis de Avellaneda Lanús.