Por: Marta Portilla/La Calle

Pero no. Ya no hay tranquilidad y mucho menos seguridad. Los robos se incrementaron desde hace dos años y las denuncias en la comisaría local son diarias: todos los días hay entraderas con y sin habitantes de la casa, robos a cargo de «rateros» que arrasan con todo: herramientas, elementos de jardín, cubiertas y hasta techos corredizos de automóviles! Pasando también por robos violentos en negocios de la zona.

Las autoridades coinciden en que «no tienen personal», algo perfectamente comprobable, ya que el pequeño destacamento ubicado en la plaza sobre la calle 529 (a 2 cuadras de la ruta) está cerrado con candado desde hace más de 3 años.
Pero tampoco hay rondas de móviles policiales y menos, de las tan prometidas motos «conseguidas», gracias al constante reclamo de los vecinos.
Como es de estilo en todo el país, cada tanto se renuevan los comisarios, por lo que siempre hay un jefe nuevo y no conoce la zona por más buena voluntad que tenga, cuando el anterior ya estaba en contacto con los vecinos, sabía cuáles son las zonas conflictivas y tenía su propio mapa del delito.

Es el caso de El Pato: el comisario fue trasladado hace pocas semanas, y los vecinos nuevamente están desprotegidos, con el agravante de la falta de personal, la falta de móviles, y -quizás- la falta de interés de algunos funcionarios.
Mientras tanto, los vecinos resisten con la esperanza de que muy pronto El Pato vuelva a ser «el paraíso», porque la naturaleza, el verde, las añejas arboledas, los caminitos de tierra, el canto de los pájaros libres, van aperdurar por siempre y nunca podrán arrebatados por nadie.